En estos días de crudo invierno, en una casita en el campo, la chimenea es un elemento
imprescindible para la supervivencia, y por supuesto los útiles que te
facilitan el encendido y mantenimiento del fuego son también muy
importantes.
Como podéis ver en
las imágenes nuestro fuelle estaba ya en una situación patética, vamos
que no cumplía su función ni soñando pero aún así
lo seguíamos manteniendo, mas por cariño que por otra razón. Por mas que
lo intentábamos no conseguíamos sacar un soplo de aire de sus
entrañas así que nos planteamos que necesitábamos uno nuevo.
Pero
como una de nuestras máximas es intentar economizar y otra es reciclar y
restaurar, pensamos que antes de comprar uno nuevo podíamos intentar
restaurar el viejo, total no se perdía nada puesto que ya no funcionaba y
nos pusimos a ello.
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Empezamos por desmontar el viejo sacando fotos en cada paso
para después hacer el camino a la inversa y así tener una guía por si se
nos olvidaba algo. Después lijamos las dos piezas de madera que estaban también hechas un
asco y les dimos cera y con las piezas (de polipiel) que habíamos desmontado sacamos
unas plantillas y las cortamos en piel y
ya fue cuestión de ir adaptando la piel a las maderas y en lugar de los
clavos le pusimos unas tachuelas pues nos parecía que el fuelle iba a
quedar mejor rematado con ellas.
Y voila listo para su uso otra vez y os aseguro que funciona de maravilla, que en definitiva era lo importante. Ha sido todo un reto pues no habíamos hecho esto antes y sin tener alguien que te lo enseñe no parecía fácil. Pero todo es cuestión de paciencia, voluntad y perseverancia.
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