lunes, 20 de mayo de 2013

El Mono vuelve al cole el día de su cumpleaños

Hace poco pudimos recuperar un pupitre de colegio, al Mono le hacía mucha ilusión tenerlo, pues aunque no era del estilo de los que usó en su infancia, le recordaba  los días al final de curso que había que lijarlo y quitarle las manchas de tinta china que hubieran caído durante el año. Al parecer este pupitre no pasó por ese proceso, y así se ve lo maltratado que estaba el pobre...












Y a pesar de que varias generaciones (Véase la plaquita, del año 1970, es decir tiene cuarenta y tres años que no son pocos) de niños sentados ante esta simple mesita hayan aprendido a hacer la O con un canuto... no lo trataron con mucho cariño.












 Pero en el Jardín del Mono y la Serpiente siempre hay esperanza y una segunda oportunidad para cualquier objeto; así que manos a la obra. Por lo pronto había que desmantelarlo, para poder pintar de nuevo toda la estructura metálica. A las patas se les ha dado un acabado más oscuro del que tenían (pues el dorado nos parecía un poco kitsch), ahora tienen un bonito color metalizado aunque difícil de describir, según el fabricante "color humo". La tabla superior ha tenido que ser suplantada por una nueva, pues la que tenía era irrecuperable; la cambiamos por un simple tablero de pino de la misma medida y teñido con un tono roble dorado, y después "dar cera, pulir cera", y otra vez "dar cera y pulir cera" al mas puro estilo Karate kid. Del porta carteras que podemos decir, pues que además de estar roto y que al Mono no le caben las piernas con ese artilugio ahí, ya nos parecía innecesario, con las nuevas tecnologías estamos planteando hacerle un pequeño soporte para un tablet PC o similar lo cual se adecuaría mucho más a los tiempos que vivimos. Por ahora el Mono piensa usar el pupitre para hacer pequeños puzzles o solitarios pero con cartas reales (no lo puede remediar es una nostálgica) y ya esta pensando hacer un súper tapete, no el típico de fieltro verde, sino algo distinto.  Os lo mostraremos cuando esté acabado.
Hasta pronto amigos.

lunes, 29 de abril de 2013

El Parque de Ámbar

Aprovechamos esta nueva entrada para presentaros al cuarto habitante de la cabaña, es Túrin Turambar (véase el Señor de los Anillos), nuestro querido perro.


Ya habíamos hablado del pequeño jardín de arena japonés que habíamos hecho, pero no estaba acabado, aún nos quedaban cosas por hacer, como ponerle un nombre, ahora ya lo tiene, se llama el "Parque de Ámbar", ya os contaremos la razón de este bonito nombre. De hecho ni siquiera habíamos puesto la arena, pero ya cumplía sus funciones: era un buen lugar para meditar.


Decidimos que lo más inteligente era poner una tela antiraíces, así no habría que andar arrancando malas hierbas, y si llovía la arena no se colaría entre las maderas. Esta fue nuestra primera opción, pero el resultado no nos convenció, pues apenas rastrillamos la arena nos dimos cuenta de dos cosas: primero la arena se la llevaría el viento y segundo necesitábamos un rastrillo que realmente dejara un dibujo bonito, pues como veis en la foto el rastrillo tradicional no era el idóneo, así que teníamos que manufacturar uno de acorde a nuestras necesidades, puesto que los originales japoneses no estaban a nuestro alcance.



Nuestra segunda prueba fue con grava, pero el granulado era tan grande que no se dejaba dibujar. Esta opción tampoco nos servía, así que sacamos la grava e hicimos un marco blanco alrededor de la madera.

Para conseguir el material que necesitábamos fuimos a una cantera para ver la granulometría de la grava, porque lo que queríamos tenía que ser bastante específico; al final nos decantamos por lo que llaman arrocillo, y encargamos tres sacas para que tuviera suficiente profundidad y no se viera la tela de debajo.

Mientras esperábamos que nos trajeran las sacas le quisimos añadir otro elemento decorativo, queríamos cercar el espacio japonés que habíamos generado en mitad del pueblecito mediterráneo. Así que cortamos unos maderos, los afilamos y con una maza los clavamos alrededor.


Les hicimos un agujero a cada poste y les pasamos una cuerda, y para cuando vinieron las sacas de arrocillo teníamos un resultado increíble.


Como podéis ver en la foto, incluso conseguimos un pequeño buda para que contemplara el jardín de piedras.

martes, 16 de abril de 2013

Escribanía digna de un Rey

Con la fama que están cogiendo las series de televisión es fácil sacar ideas. Hace poco tiempo veíamos una serie "Juego de tronos" y como no, al Mono se les ocurrió probar a reproducir una de las piezas del decorado y de paso que fuera útil, es el objeto que sostiene en las manos Lord Eddard Stark, una escribanía.

Lo primero que hicimos fue terminar de ver el capítulo, jejeje, estaba muy interesante y tampoco podíamos dejarlo a medias aunque ya rumiáramos lo que íbamos a hacer a continuación.








































Y como hacerla, pues era bastante sencillo, cajas de madera de vino, todos hemos tenido alguna en nuestras manos, y sino son fáciles de conseguir, nos importa el continente, pero no os deshagáis del contenido lo podremos disfrutar cuando hayamos terminado la escribanía y brindar por la obra acabada.


Con un resultado excelente y similar al de la serie tanto Mono como Serpiente estaban contentos, a la caja con una segueta le rebajamos uno de los lados cortos e hicimos una diagonal hacia los lados que quedaban altos, así al poner lo que antes era la tapa de la caja de vinos se quedaba en pendiente. Un par de bisagras para poder guardar dentro papel y tinta, y ya estaba la caja acabada, con un par de manos de barniz oscuro quedó fantástica, tanto que el Rey Robert Baratheon no habría dudado en firmar...













Os revelaremos un secreto, después de ver tanta intriga palaciega andaba el Mono un poco insegura, ya no sabíamos de quien se puede uno fiar, así que como buenos conjuradores, se hizo un cajón secreto, había que guardar los más oscuros planes, para derrocar a cualquier altivo señor que se atreviera contra "el Jardín".




jueves, 28 de febrero de 2013

Joyeros de colores

Aunque las navidades ya estén pasadas, os queríamos contar una de las grandes aficiones y costumbres del inquieto Mono. Le gusta regalar algo en esas fechas y aunque sea un pequeño detalle de manufactura casera, suele tener un trabajo detrás que le ocupa varios días, y eso es lo que le resulta más atractivo.

Este año serían joyeros decidió el Mono y se puso a ello. Las cajitas sin color se pueden comprar en cualquier bazar, lo más importante era "tunearlos" para que resultaran algo distinto.  Y solo con un toque de color se conseguiría algo más personalizado.

Además a todo el mundo le hace ilusión un pequeño detalle, el Mono así lo sabe y con más dedicación y ahínco se dedica a ello.




Maletín de pinturas, y una jornada de trabajo al sol en el Jardín; algunos colores pastel, otros más vivos, y una detrás de otra, estas insulsas cajas iban cogiendo un aspecto diferente.

Aquí como se ven, apenas habían empezado a coger forma, algunas necesitaron dos manos de color, y después de esto a todas les habia que pasar una cuchilla por los cristales, para quitar los restos de pintura, una lija, para dejarlo todo uniforme y por último recibieron una capa de barniz o de cera.



El resultado fue excelente y las caras de las afortunadas eran un moneda de pago más que genial.













Es el lema del Jardín del Mono y la Serpiente, la perseverancia es el mejor auriga hacia la meta.

lunes, 11 de febrero de 2013

Un pequeño proyecto, un gran jardin

Catorce de Abril de 2012 centenario del hundimiento del Titanic, también ese día tirotearon a Abraham Lincoln, y se celebra el día de la república, el rey se rompe la cadera y mientras tanto en el Jardín del Mono y la Serpiente, nacía un proyecto que rondaba por la cabeza del Gallo desde hacia tres o cuatro años...

"Tenemos mucho espacio abierto frente a la casa, hagamos algo ahí delante" decía la Serpiente, y nos pusimos a ello.


Nos habían regalado unos magníficos tablones de madera de pino de casi cuatro metros de largo, apenas un palmo de ancho y unos seis dedos de altos. Hacer un jardín de arena y enmarcarlo con estos tablones nos parecía fantástico. 











Lo primero era intentar poner el suelo lo más recto posible... rastrillo, azada y a ello. Nuestro ímpetu por realizarlo era tan grande que cometimos algunos errores, que después pudimos solucionar, pero que nos supuso trabajar el doble. Nos habíamos lanzado demasiado deprisa, teníamos una localización genial, pero la orientación no funcionaba, dimos un par de vueltas a los tablones hasta que los tuvimos bien puestos, finalmente decidimos ponerlos en paralelo a la órbita solar.


Después del arduo trabajo de desbrozar la zona elegida, empezamos a cubrirla con grava blanca. Pero claro no caímos en otra cosa... en mitad del campo cualquier mala hierba se colaría entre la grava y aparecería en mitad del jardín, y eso era algo que no queríamos... así que no lo íbamos a tapar aún con grava. Buscamos en el lecho del río un par de piedras y las trasladamos a nuestro pequeño jardín japones.  Y seguimos pensando la forma de mejorarlo. Eso sí, teníamos tantos tablones que nos pudimos hacer una plataforma al lado, para estar, descansar, meditar o cualquier cosa... Aún no tenía nombre, ni lo habíamos acabado, solo estábamos jugando con el espacio.


martes, 29 de enero de 2013

Un soplo de aire renovado

En estos días de crudo invierno, en una casita en el campo, la chimenea es un elemento imprescindible para la supervivencia, y por supuesto los útiles que te facilitan el encendido y mantenimiento del fuego son también muy importantes. 
Como podéis ver en las imágenes nuestro fuelle estaba ya en una situación patética, vamos que no cumplía su función ni soñando pero aún así lo seguíamos manteniendo, mas por cariño que por otra razón. Por mas que lo intentábamos no conseguíamos sacar un soplo de aire de sus entrañas así que nos planteamos que necesitábamos uno nuevo. 
Pero como una de nuestras máximas es intentar economizar y otra es reciclar y restaurar, pensamos que antes de comprar uno nuevo podíamos intentar restaurar el viejo, total no se perdía nada puesto que ya no funcionaba y nos pusimos a ello.

 

Empezamos por desmontar el viejo sacando fotos en cada paso para después hacer el camino a la inversa y así tener una guía por si se nos olvidaba algo. Después lijamos las dos piezas de madera que estaban también hechas un asco y les dimos cera y con las piezas (de polipiel) que habíamos desmontado sacamos unas plantillas y las cortamos en piel y ya fue cuestión de ir adaptando la piel a las maderas y en lugar de los clavos le pusimos unas tachuelas pues nos parecía que el fuelle  iba a quedar mejor rematado con ellas.


 Y voila listo para su uso otra vez y os aseguro que funciona de maravilla, que en definitiva era lo importante. Ha sido todo un reto pues no habíamos hecho esto antes y sin tener alguien que te lo enseñe no parecía fácil. Pero todo es cuestión de paciencia, voluntad y perseverancia.



lunes, 21 de enero de 2013

Cuatro patas para una mesa



Otro regalito que nos hicieron fue estos palos, que se suponía, que habían sido en otro momento de su vida una mesa. Los palos como podéis ver estaban muy bien conservados y solo había que ensamblarlos y buscar una madera para la tapa. Como los palos eran de pino antiguo y con un color muy distinto del que encuentras en las tiendas hoy día decidimos poner una madera de aglomerado y la forramos con un muletón y después con una tela verde de arpillera.



Ya para rematar la faena la Serpiente tuvo la paciencia de clavar unas tachuelas con una plantilla que previamente habíamos hecho para que todas las tachuelas estuvieran a la misma distancia.
A los palos (ya patas de la mesa) le dimos un poco de cera y listo. Nos quedo esta mesa estupenda mesa de juego.

Gracias otra vez Marian.